Por Dada Maheshvarananda
El editorial del New York Times lo llama “la más atemorizante caída económica libre que el mundo ha visto desde 1929”, refiriéndose a la Gran Depresión que causó gran sufrimiento a millones. Este sentimiento se reitera en cientos de destacados economistas, banqueros y comerciantes cuyas opiniones se citan diariamente, cuando se esfuerzan en explicar la caída económica al público en general. Aun así nadie puede predecir convincentemente nuestro futuro.
El gobierno de Estados Unidos dio fianzas en primer lugar, y luego, siguiendo el ejemplo de Gran Bretaña, Francia, Italia y España, empezó a apoderarse de algunas de las mayores instituciones financieras. ¿Cuántos billones y trillones tienen? Por supuesto, la respuesta es que ¡ya tienen más de 10 trillones de dólares en deuda nacional!…
El Costo Humano
El costo humano de este debacle económico solo se está empezando a sentir. Más de un millón de ciudadanos estadounidenses perdieron sus hogares en los últimos dos años, y un millón más se espera que lo pierdan en los próximos 12 meses. Aun así el gobierno de Estados Unidos continúa pagando la mayor parte del costo de las hipotecas de los propietarios ricos, a través de las mayores deducciones en los impuestos, pero no es así con los propietarios más pobres.
Los ciudadanos estadounidenses perdieron 2 trillones de dólares en los fondos de jubilación, representando alrededor de 20 por ciento de su valor desde el año pasado, reduciendo el ingreso de todos y forzando a muchos ciudadanos mayores a continuar trabajando hasta los setenta años. Incontables inversores pequeños están perdiendo sus ahorros.
La congelación del mercado de crédito, que es mucho más seria que la severa declinación del mercado bursátil, causará que las compañías alrededor del mundo no puedan realizar préstamos, y tengan que despedir a los trabajadores produciendo el alza del desempleo.
El mercado bursátil ruso cayó dos tercios desde mayo. Por lo que, la crisis financiera global erradicó alrededor de un trillón de dólares de la riqueza del país.
Mismo Islandia está cayendo. El Primer Ministro Geir Haarde advirtió la amenaza de “una bancarrota nacional”. El gobierno confiscó los tres bancos más grandes para prevenir la caída, y la moneda ya perdió la mitad del valor que antes se sostenía a través del comercio. El país busca desesperadamente un préstamo de emergencia de Rusia o del Fondo Monetario Internacional . Aceptando sin embargo, el duro ajuste de los métodos estructurales para restaurar la estabilidad fiscal y monetaria que dañará a todos, es una inversión extraordinaria para la economía de la isla que por la última década había sido evidentemente próspera.
El Consumismo y la Codicia
La codicia es una búsqueda excesiva y egoísta de riqueza y otros objetos materiales, sin interesarse si esas acciones privan a otros de las necesidades básicas. En vez de controlar este instinto, el capitalismo libre y disoluto lo alienta. Algunos propulsores del capitalismo de libre mercado llegan a debatir que la codicia se debe considerar como un rasgo positivo porque la carrera para maximizar las ganancias impulsa la economía global. Como el personaje Gordon Gekko en la película Wall Street dijo: “¡La codicia …es buena!”
En gran parte las compañías que gastan cientos de millones en las campañas para hacer deseable las deudas y los riesgos han causado el debacle. Lo han hecho las sofisticadas campañas y los programas de correos directos a todos los grupos de todas las edades, desde los adolescentes a los mayores. Las mayores compañías de tarjetas de crédito lanzaron una campaña “La vida toma Voisa”. Master Card : “Sin precio”, y Citybank : “Vive suntuosamente”. El insidioso objetivo de cada una de estas campañas fue eliminar los sentimientos negativos al endeudarse. El director creativo de la campaña de Master Card, Jonathan B. Cranin explicó: “Uno de los trucos del negocio de las tarjetas de crédito es que la gente tiene un sentimiento de culpa inherente al gastar. Queremos que la gente se sienta bien con sus compras.”
Se vuelve más repugnante porque los prestamistas se aprovechan de la urgencia de la gente que solicita préstamos por problemas de salud y otras necesidades. Para exprimir más ganancia de los acreedores, las compañías de tarjetas de crédito estadounidenses han aumentado los intereses de 17.7 en 2005 a 19.1 por ciento el año pasado, una diferencia que les rindió en billones de dólares de ganancia extra. El promedio de sus honorarios que en 1994 era menor a $13 ascendió en 1997 a U$S 35. Y los honorarios siguen subiendo cuando los clientes se exceden en los límites en el doble del límite del crédito de 11 a 26 al mes.
El lucro de las prácticas prestamistas de estos mercantes de la deuda han llevado a millones de norteamericanos a la ruina– jóvenes y mayores, ricos y pobres. No obstante en 2005 cambiaron las leyes de bancarrota. El Pte. Bush propuso una legislación más dura para los consumidores con ingresos modestos para escaparse de las deudas declarándose en bancarrota. Las nuevas leyes estimulan más préstamos arriesgados de parte de los prestamistas, porque podían forzar con más facilidad a los acreedores pobres a pagar.
Tales prácticas que producen ganancias record para muchos bancos han sacudido el sistema financiero hasta los cimientos. A medida que un número creciente de personas fallan en sus cuotas, los bancos registran cientos de billones de pérdidas, devastando a los dueños de acciones. Cada banco comprende que tienen muchas grandes deudas, y tiene lugar un aumento de desconfianza entre las instituciones temerosas de las grandes deudas de los otros bancos.
La economía global versus la economía local
La solución al debacle económico global debe ser la formación de economías locales. El primer paso crucial de cualquier economía humana es proveer las necesidades básicas de vida para todos: comida y agua pura, vestimenta, vivienda, educación y atención médica. Los seres humanos los requieren para realizar las potencialidades individuales, para desarrollarse culturalmente, para lograr auto- realizarse interiormente, lo cual ahora muchos consideran como un objetivo más elevado en la vida. ¡Que mundo maravilloso va ser cuando nadie en el planeta tenga que preocuparse de tener suficiente dinero para comprar comida, ropa, vivienda, educación y atención médica necesaria para si y para la familia!
Segundo, las actuales economías centralizadas se deben descentralizar en regiones económicamente auto- dependientes. Las regiones se deberían definir por las condiciones geográficas, y por el legado cultural de los habitantes, el idioma, los problemas económicos y los intereses. Estas bio-regiones decidirían el futuro económico desde abajo, con planes provenientes de las comunidades y apoyadas por los métodos centrales de gobierno.
Tercero, cada región económica se debe también dividir en bloques más pequeños o condados, que proveerían el nivel básico de plan económico de las bases. El área de un condado es bastante pequeño para que los miembros comprendan todos los problemas del área; los dirigentes locales podrían resolver los problemas de acuerdo a las prioridades locales; el plan sería más práctico y efectivo y daría resultados rápidos y positivos.
Cuarto, al independizarse del petróleo rejuveneciendo la agricultura local y logrando auto dependencia en la comida, la medicina y la energía. La importancia del empleo rural y de las normas adecuadas de vida reducen las migraciones internas y externas.
Cada una de estas soluciones son parte de la Teoría de Utilización Progresiva, o Prout, que propone una economía dinámica de la gente, por la gente y para la gente. Al lograr el logro de ganancia como la meta de la economía Prout basa el método económico en el consumo, o sea en satisfacer las verdaderas necesidades de la gente. Prout propone un sistema económico de tres etapas para realizarlo.
Para conservar el espíritu creativo, innovador del capitalismo, pero evitar el impacto destructivo, explotador del capital, que hace caso omiso al costo social y a la degradación ambiental, las empresas privadas deben ser a pequeña escala.
El segundo escalón de la economía de Prout lo forman las cooperativas. De este modo se garantiza la democracia económica, una disminución en la enajenación y una distribución más justa de la riqueza. El objetivo de las cooperativas no es la ganancia a cualquier costo, sino la satisfacción de las verdaderas necesidades de la comunidad y el logro del bienestar colectivo. Los miembros participan de las decisiones y determinan el futuro económico de la comunidad.
El escalón final son las industrias que tienen una importancia estratégica y que son demasiado grandes o complejas para administrarse como cooperativas. Por ejemplo, la energía, el acero, las telecomunicaciones, las aerolíneas, etc. que deben ser propiedad del estado y administradas por un comité electo en el interés público a nivel nacional o estatal. Estas industrias esenciales se deben administrar sin ganancia, sin pérdida, sirviendo a toda la gente del país.
El Banco Central de cada país es una industria esencial. Sin embargo todos los otros bancos deben ser uniones cooperativas de crédito, dando préstamos con los ahorros a los negocios locales, las cooperativas y a los hogares de familias.
Una economía local organizada de este modo se basaría en la humanidad, resistiría las fluctuaciones del mercado global y la inflación, y podría lograr empleo para todos. ¿No es el tipo de economía que todos queremos?
Dada Maheshvarananda es un monje yóguico, activista y escritor. Es autor de Después del Capitalismo: la Visión de Prout para un Mundo Nuevo con prefacio de Noam Chomski , traducido a 10 idiomas. Director del Instituto de Investigaciones de Prout de Venezuela. Ver www. Priven.org o escríbale a maheshvarananda[at]prout.org